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No todo es lo que parece o, cómo de una crisálida salió… algo... diferente.

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Os puedo asegurar que llevo años en pleno proceso de metamorfosis, haciendo capullo (que no el capullo, ¡ojo!). Forjando cada fibra de su redondeada forma, tejiendo a consciencia cada milímetro de su superficie. Pensando en la mariposa en que me iba a convertir, con sus alas de colores, su vuelo aparentemente errante pero con foco (muy importante, el detalle), su polvo mágico (imprescindible para volar), sus viajes de flor en flor. Todo estaba previsto. Bien… De tanto tejer el capullo por dentro (en un intento de alcanzar la perfección o quizás por la indecisión perpetua de nunca estar suficientemente lista), éste se volvió negro y algo pasó. Mucho tiempo me debí quedar en mi seguro capullito, creando mi marca personal, mis colores corporativos, mi tipografía, mi logo, ¡hasta mi página web! (quizás otro día os la enseño). Toda una experiencia de autoconocimiento brutal y del todo inesperada, esto de hacer la metamorfosis para convertirme en emprendedora o freelance. Y cuan...

En el borde del precipicio.

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Me doy cuenta. Soy consciente de ello. Estoy empezando a rozar la zona en la que me estoy preparando mis proyectos para “hacerlos”.  Ya no solo pensarlos por encima, en plan propuesta y venderlos.  Es un gran paso, aunque no lo parezca, que requiere valor, creatividad y tiempo. Es como si ya no pudieras engañar más a la mente, teniéndola todo el día ocupada con cosas “previas”. Me siento como si tuviera que ir a las trincheras, a primera línea de fuego. Ayer hacía pruebas con un proyector que me ha dejado una buena amiga mía y sentí ese rum-rum de ver “la cosa” casi real. Y me descubro imaginando y ya me empiezo a visualizar haciendo mis talleres y charlas. Tengo varios proyectos y no los puedo hacer todos a la vez. Así que me centro en uno, solamente. Pero cuando me acerco al tema, igual como cuando pongo zoom en mi microscopio y lo amplio, lo veo enorme.  Entonces, se torna casi un monstruo inmanejable y parece todo inalcanzable. Es entonces cuando lo desmenuzo, ...

Mi libro de ideas y la búsqueda de …

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Mi cabeza siempre ha estado llena de ideas. Van surgiendo, de forma muchas veces inesperada, así de repente, y muchas veces se me olvidan, por no tener una hoja de papel a punto. Pero las que consigo apuntarme, llenan libretas enteras. La cosa es que, todo el tiempo que me he dedicado, por decisión propia, a la crianza y disfrute de mis dos hijos, lo he aprovechado también para apuntar ideas. Me recuerda un poco cuando en la carrera tenia el mes de exámenes y sin tener un segundo libre para nada más que estudiar, se me ocurrían un sinfín de ideas. Esos eran mis momentos más creativos. Llenaba folios enteros, con todo tipo de ideas. Cuando terminaba los exámenes, dedicaba algo de tiempo a implementar algunas de ellas.  Durante estos años de crianza, he llenado un libro entero de ideas y proyectos. Todos ellos estimulantes y retadores. Y todos ellos, buscaban una cosa. Como Indiana Jones buscaba su Santo Grial, yo buscaba, en el fondo, y sin ser muy consciente de ello al principio, m...